María Montessori nació el 31 de agosto de 1870 en Italia. A los 14 años estudió Biología y fue aceptada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Roma «La Sapienza». Obtuvo su título de médico en 1896 y se especializó en enfermedades nerviosas y mentales. En este momento entró en contacto con niños con discapacidades intelectuales y su éxito educativo con estos niños la llevó a centrar su atención en todos los niños.
En 1907, comenzó a trabajar en la primera "Casa Dei Bambini" (Casa de los Niños) en Roma, Italia. Estudiosa, entusiasta y luchadora toda su vida María Montessori descubrió, a través de la observación, ciertas potencialidades de la infancia que, cuando se conocían previamente promovían el desarrollo de personalidades fuertes, equilibradas y felices.
A lo largo de su vida continuó observando y aprendiendo de los niños la manera de desbloquear y desarrollar todo el potencial del niño. Durante sus actividades educativas, contó con la ayuda de su hijo Mario, quien trabajó con su madre hasta su muerte en 1952. Mario se especializó en la educación de niños de seis a doce años de edad y continuó protegiendo la integridad de las ideas del Dr. Montessori y sus aplicaciones en todo el mundo.
El énfasis de María Montessori fue ayudar a desarrollar individuos completos que también fueran ciudadanos globales.
Educación para la vida
Entre otros puntos, Montessori afirmaba que la educación se basa en un triángulo:
Ambiente
Amor Niño
El amor proviene de los adultos que acompañan a los infantes y se refiere al respeto, la libertad con responsabilidad, con límites y estructura. Significa valorar al niño, enseñarle fe, confianza, paciencia, a conocer sus necesidades y a ser empático. Amor es la habilidad de darle al niño/a la posibilidad de despertar su espíritu para después proporcionarle los medios que correspondan a este despertar.
No es un simple método pedagógico, es el descubrimiento del hombre. Descubrió cualidades que enaltecen al hombre en el niño, como carácter, fuerza moral y fuerza de la personalidad, presentes desde la primera infancia aunque deben ser desarrolladas.
Se debe respetar el derecho del niño a opinar: ello conlleva las capacidades de observación, análisis y síntesis. Necesitamos facilitarles los medios para desarrollarlas.
El sistema educativo Montessori puede también convertirse en una filosofía de vida ya que enfatiza el desarrollo social y evolutivo a través de diversas edades.

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